¿Qué pretende este blog?


Mi blog pretende realizar una crítica, lo más completa posible, de los principales hoteles europeos, así como proporcionar instrucciones y usos de protocolo y buenas maneras tanto a los profesionales del sector como a los huéspedes de los establecimientos. Como se observa, todo está basado en la independencia que me caracteriza, no perteneciendo a ninguna empresa relacionada con este mundo. Soy un consultor independiente. Personalmente he visitado cada uno de los locales de los que hablo en este blog.
Es mi capricho, del que llevo disfrutando varios años y quiero poner mis conocimientos y opiniones a disposición de todo aquel que quiera leerlos.
La idea surgió al no encontrar nada en la red - ni siquiera en inglés - sobre auténticas críticas de hoteles, al margen de comentarios de clientes enfadados que "cuelgan" sus quejas en distintas webs como un simple "derecho al pataleo" sin intento alguno de asesorar, construir o mejorar.
Muchas gracias por vuestra atención y colaboración.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Mirasierra Suites Hotel. Madrid








Web
De navegación dinámica y con amplia información de los servicios e instalaciones del hotel, la web del Mirasierra Suites Hotel, la podemos catalogar de correcta. Quizá, un tanto enrevesada a la hora de buscar ciertos contenidos concretos y muy asequible para proceder a la consulta de precio y disponibilidad de habitaciones o su reserva; todo a través de "ihotelier".
Buena galería de imágenes que se corresponden con la realidad.  Posee, también, una galería de videos bastante interesante y un sin fin de posibilidades de "packages" y adaptaciones de tarifa a circunstancias concretas.

El hotel pertenece a la central de reservas Preferred Hotels & Resorts, posiblemente la que le hace competencia pero un poco de lejos a The Leading Hotels of the World. Reservé esta vez telefónicamente, comunicándome directamente con el departamento de reservas del hotel.

Llegada al hotel y check-in
El Mirasierra Suites Hotel no es un hotel céntrico. Situado al norte de Madrid, puedes llegar tranquilamente en tu vehículo a un paso de la M-30. La zona es residencial y tranquila, apartada del bullicio del Barrio de Salamanca o el centro neurálgico de la capital. Tiene facilidad para poder detener el coche y hacer el desembarco de pasajeros y equipaje sin tener que estar pendiente de la doble fila o de las obstrucciones del tráfico. Rápidamente un botones nos recibió, nos ayudó con el equipaje y, amablemente, nos aparcó el coche en el garaje propio del hotel.

Fachada del hotel


La entrada al hotel es sorprendente. De una arquitectura moderna, planta semicircular, destaca la amplitud de espacio que confiere. Da la sensación de no tener techo y el cristal -muy utilizado- aporta luminosidad y claridad a toda la estancia.

Entrada del hotel. Ese no es mi vehículo pero creo que está a disposición de los clientes


La recepción y el concierge se encuentran situados a la izquierda, una vez pasada la puerta giratoria electrónica, muy bien regulada.
El check-in fue rápido y eficaz. Tengo que afirmar que uno de los mejores sabores de boca que me dejó el hotel fue la eficacia y amabilidad de su equipo de recepción.

Lobby del hotel


Lobby del hotel. Otra toma


Una vez que nos proporcionaron las llaves (las tipo tarjeta), mi acompañante y yo subimos al sexto piso por el ascensor acristalado donde percibes, de manera clara, la amplitud de espacios de la que hablaba al principio.
Si tuviéramos que quedarnos con una característica de la habitación "classic suite" -esta era la nuestra- del Mirasierra Suites, sería su amplitud. Es verdaderamente una suite. Hay que observar que en este hotel, todas las habitaciones son tipo suites, como su nombre indica. De hecho, la "classic suite" es la más básica de la gama de habitaciones del hotel.

Zona de cocina. Sólo yo he podido hacer esta foto. Lo siento
 
A la derecha de la puerta de entrada se disponía un mueble alto con fregadera, microondas y almacenaje para menaje de cocina. En la parte baja se encontraba el minibar, bien dotado y con posibilidad de fabricar hielo.
Una mesa amplia con cuatro sillas a modo de salón comedor, estaban situadas a continuación y, en el otro extremo un sofá y una mesita de apoyo.

Zona de estar

Separado por puerta corredera, se encontraba el dormitorio con una cama amplia, tamaño king, de comodidad relativa. Un mueble giratorio albergaba el televisor. El mobiliario, siendo eficiente, no destacaba por su diseño ni material.

Dormitorio


El baño, muy amplio estaba formado por una primera estancia donde estaban los lavabos y justo detrás un mueble vestidor muy bien compartimentado. Separado por puerta, abocábamos a la estancia de la bañera y, en dos apartados diferentes se encontraban el inodoro y el bidé, en uno; la ducha en otro. Con todo, el baño, tenía dos entradas posibles, o bien desde la misma sala de estar, o bien desde el dormitorio. Las toiletries eran bastante baratas, todas con el emblema del hotel. La presión de la ducha era muy buena, las toallas y ropa de baño me gustaron. La bañera, muy amplia y de fácil acceso.

Amplio baño

Toiletries


Excepto el del baño, el suelo era de engorrosa moqueta. Las vistas de la habitación eran a la calle, cosa que agradezco, no soporto esas vistas interiores a tubos de hojalata y maquinaria oxidada por las cacas de los pájaros.

Vistas desde la habitación.


En fin, una buena habitación pero sin ningún detalle especial. El servicio de turn-down es simplemente aceptable. No reponen todas las toiletries; sí en cambio, las toallas.
El Mirasierra Suites Hotel es un establecimiento que de catalogarlo en un sector -no me gusta eso- lo pondríamos en el de hotel de negocios. Es un hotel urbanita, atrapa-japoneses, cómodo y confortable. Pero si usted busca el lujo por el lujo, el servicio absolutamente exquisito, no es su tipo. Es más, en Madrid, si usted busca eso, como no visite el Villa Magna o el Ritz, no crea que hay mucha más oferta. No obstante, la relación calidad-precio me parece muy buena.

Instalaciones del hotel
Madrid siempre ha sido y será para mí, la ciudad paradójica. No puedo vivir sin ella pero en ella tampoco. La capital de España es, sin duda y, científicamente comprobado, la ciudad más calurosa del país. Por ello, las terrazas de verano que tanta fama tienen, me inspiran terror y nervios que, sólo de pensarlo, me incitan al sudor de axilas y al agobio existencial. Da igual que sea de día o de noche. Esos chorros de agua difuminada de algunas terrazas que lo único que consiguen es intoxicar mi aperitivo, enfrían menos que el culo de una momia. Cuando se está a 45 grados, o lo mitigas con un aire acondicionado potente, o te metes, de entero, en el agua fría. Lo demás son chuminadas. Si a las once de la noche, estás a 35 grados, no estoy exagerando ni un pelo, no hay gin-tonic que siente bien. En fin, perdón por el lapsus. El Mirarierra Suites posee una terraza amplia y cómoda para poder tomarte un buen cóctel antes o después de cenar, a la par que te echas un pitillo. Amplia variedad de licores y buen surtido de cócteles a precios razonables. Dicha terraza, conecta con la piscina del hotel en la que me quiero detener.

Biguine Lounge

Es de planta circular. A simple vista, muy coqueta pero muy traicionera cuando la usas. De dimensiones bastante grandes, para ser un hotel urbano, no haces pie en ningún momento -salvo que seas Tachenco-. Por tanto, tiene un "efecto pozo" que como no nades como Johnny Weissmuller, mejor que no te separes del borde.

Piscina

Aunque ya saben mis lectores que no me gusta entrar en las decisiones internas de la dirección del hotel, nunca, en mi vida, he visto una piscina tan mal gestionada. En primer lugar, ahí se bañaba hasta Perico el de los palotes o mi tía Rufa de Cuenca. Eso de dejar entrar a cualquiera que no sea huésped del hotel, me parece una desfachatez. Pero ya les digo, usted seguro que pasa por delante del hotel, lleva bañador; se mete dentro y, ¡ala, a nadar! Además, las tumbonas eran absolutamente insuficientes para la cantidad ingente de personas que intentábamos sobrevivir a 55 grados un día de agosto en Madrid. Sí, ya lo sé, soy un estúpido. Qué pintaba yo en el mes de agosto en Madrid. Pues que les voy a decir, tuve que ir por asuntos familiares.
Continuando con la piscina, un socorrista -por llamarlo de alguna manera- estaba en todo momento sentado a la sombra de una sombrilla con un bañador "tipo nadador", apretado. No paraba de observarme detenidamente -y fíjense que éramos millares- y continuamente bebía para hidratarse. Una especie de Fernando Esteso pero en guapo.
La zona de la piscina tiene un bar con un servicio aún peor que la piscina. En mi vida he visto a unos camareros tan groseros. Alguno hasta echaba piropos a una chica, otro criticaba a un cliente italiano (bueno eso de cliente no se si de hotel o sólo de piscina), otro miraba de arriba a abajo a unas chicas que tomaban el sol. Bueno, un auténtico desastre. La zona de la piscina del Mirasierra Suites Hotel necesita mejorar. Sin duda, lo peor de mi estancia de tres noches en el hotel.

El Spa, a la misma altura que la piscina exterior, está en un recinto anexo a la misma. Su piscina de tratamiento es bastante amplia y la carta de tratamientos, sin probar ninguno, no me pareció mala. 

Spa Wellness


Bares y Restaurantes
Sólo un soplapollas, y que me perdone la dirección del hotel, probaría el restaurante del hotel estando tranquilamente en Madrid, si no es por necesidad. Por ello, no puedo decir nada del restaurante del hotel "El Verdil". Me sorprendió positivamente la carta de sushi.
Sí que alabo cómo gestionan los desayunos. Buenos productos, variados y mesas y sillas muy cómodas. Existe la posibilidad de poder desayunar en la terraza, algo muy de agradecer para los fumadores. El zumo de naranja era fresco y natural, diversa variedad de panes y quesos; todo bien servido y con agradable personal, sobre todo el femenino.

Foto de "El Verdil". En él también se sirven los desayunos


Sí que utilicé numerosas ocasiones la maravillosa terraza del hotel, la "Biguine Lounge", del hotel. Muy bien servida, con sillones y sofás comodísimos, con fuentes de agua que dan serenidad al ambiente. Los combinados están bien hechos y a unos precios muy atractivos.

Check-out
Vuelvo a repetir que el mejor sabor de boca del hotel me lo llevé del equipo de recepcionistas. Muy rápida y eficaz la salida, todo correcto en la factura y trato amable y agradable. El coche ya nos estaba esperando con el equipaje dentro.

Como nota final, comentar que el Mirasierra Suites Hotel es un buen hotel, si bien está enfocado a negocios por su ubicación y amplitud y número de salas de reuniones. Cerca hay una parada de metro y justo enfrente del hotel pasan dos líneas de autobús urbano. Con todo, no es el hotel perfecto para visitar Madrid pero sí lo es si se pretende conseguir los servicios y las instalaciones de un buen hotel a un precio no pecaminoso. No se puede tener todo.

martes, 8 de noviembre de 2011

Los rusos de la piscina




Tengo cierta manía a las vestes de rusos que invaden nuestros hoteles durante todo el año. He aquí lo que me sucedió este verano en un hotel mientras pasaba unos días de descanso con mi acompañante y nuestro hijo. Mi acompañante es mi mujer a la que adoro y le fastidia un pie que le llame acompañante.

En el área de la piscina intentaba a toda costa que mi niño no hiciera muy a menudo lo que es consustancial a su naturaleza por genética; me refiero a gritar. En ello ponía todo mi empeño, intentando distraerlo pero no tanto que llegara a exaltarse y, por tanto, proferir el desagradable grito, no de aburrimiento o dolor sino de júbilo y diversión (que es el más agudo y llega a hacer sangrar los oídos). Pues bien, todo iba muy bien, incluso los señores ancianos del sector izquierda sonreían tenuemente como dando a entender que el niño no les estaba molestando. Yo, intelectualmente agotado por el esfuerzo, continuaba distrayéndolo para que esos señores ancianos y los obesos del fondo pudieran seguir tumbados cual féretros al aire. Pero todo empezó a cambiar cuando una familia de rusos acampó en la piscina. Llevan escrito en la frente que son rusos. Suelen viajar en familias, por no decir castas, de entre 10 y 20 personas, campan por las instalaciones del hotel como un chimpancé por los árboles sin importarles ni el señor obeso del fondo ni su puñetera madre. Los niños de las familias rusas tienen la misma educación que los monos de los que hablaba antes. Se tiran a la piscina de bomba intentando caer lo más cerca posible de tu posición, para joder, claro. Comen y beben a todas horas y en todo momento. Las señoras suelen estar todas operadas de estética, sobre todo pechos y zonas celulíticas; y utilizan un tinte de pelo tan rubio que aún hoy el Csic se pregunta por su componente químico.

Yo, que soy un gilipollas, me quedo con cara de apavado al ver cómo los padres de los niños rusos ni siquiera están mínimamente pendientes de ellos mientras que yo, estoy totalmente pegado a pespunte en todo momento a mi churumbel, intentando que no haga el más mínimo ruido. Mi acompañante  -que sí, que te quiero mucho, mi vida- que es bastante más realista, me mira con enfado como diciendo; imbécil, mira tú que no haces otra cosa que intentar que el niño no haga ruido y mira los rusos como salpican los energúmenos de ellos.

Cualquier niño de menos de 8 años y cualquier ruso (sea cual sea su edad) tienden por naturaleza a ocupar por completo la zona de la escalera de acceso o salida de la piscina. Casi tuve que pedir auxilio al socorrista para que me sacara de la misma ya que no había manera de que te dejaran subir un momento por ella. No poseo la suficiente fuerza de brazos como para poder abandonar el agua desde el borde sin escalera. Yo creo que no saben nadar y eso les da seguridad. De lo que sí estoy seguro es de su falta de educación al ocupar constantemente la zona de la escalera y, por supuesto, les importa un pimiento que el resto tengamos que utilizarla para entrar o salir del agua.

Cuando, por fin, la familia rusa salió del agua, le piden al camarero unas fuentes de fruta que comienzan a devorarla con las manos, como los gorilas. Las pepitas de algunas frutas eran escupidas groseramente al suelo y la toalla era utilizada de babero-servilleta.

Por fin, cayó la tarde y pudimos abandonar la zona de guerra y refugiarnos en la habitación del hotel.

A la hora de la cena, tuvimos la gran mala suerte de volvernos a encontrar en mesas casi contiguas. Reconozco que tengo mal fario y que el destino me los pone siempre lo más cerca posible. Todos, en una enorme mesa corrida gritaban como los indios apaches, sin importarles un bledo el resto de los comensales de las mesas restantes. El pater familia se pimplaba un puro entre plato y plato, de esos que tienen el tamaño de un pepino -era una terraza-. Una de las hijas, no tendría más de quince o diecisiete años, llevaba un escote inexistente -es decir, casi las tetas al aire-. El vino que pidieron era Vega Sicilia. Sólo los nuevos ricos piden un vino así para una cena común. Los platos, miles y miles, según llegaban a la mesa, eran retirados por los camareros. En definitiva una caricatura de orgía barata pseudoromana plagada de estupidez y chabacanería. Les aseguro que el precio del cubierto -sin ostentosidades- de ese restaurante era muy elevado. No me quiero imaginar la factura que les tuvo que llegar. Pero a ellos se la suda, sacan seis o siete billetes de quinientos y a vivir que son dos días. Bien, lo voy a dejar porque me exacerbo.

Todo ello me dio que pensar. Les aseguro algo. En mi blog he hablado varias veces sobre la mala educación de los españoles en comparación con otros europeos, sin incluir los rusos que esos están fuera de medida alguna. Pues bien, después de varias anécdotas como estas y de haber coincidido con familias españolas en los mismos lugares que me he encontrado con estos rusos, debo afirmar que los españoles somos los más educados. Matizo, los maleducados son muy maleducados pero los educados son los más educados. Aquí, todos deberíamos aprender. Bueno, todos  todos, no. Los rusos continuarán invadiéndonos y gastando su dinero a espuertas, -al menos no se resentirá nuestro sector hotelero- dinero que sinceramente, siempre me he preguntado de donde sacarán. Bueno, en el fondo, me importa un rábano, justo el mismo que les importo yo y el resto de huéspedes que coincidimos con ellos en un hotel.